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Érase una vez...

[Flores de colores] 1 de 2

[Flores de colores] 1 de 2 Érase una vez una niña que se llamaba Ángela. Tenía siete años. Vivía en una aldea preciosa, próxima a las montañas. Había unas vastas praderas de un verde intenso vestidas con un manto de flores de todos los colores.
Ángela era una niña diferente al resto. Mientras todas sus amigas pasaban la tarde encerradas en casa jugando a las muñecas, ella iba a las praderas a dibujar o a ver las flores. Eso era lo que más le gustaba. Ver las flores.
Se quedaba fascinada ante ese arco iris terrenal que se formaba en la pradera de su aldea. Azules, amarillas, rosas, blancas, rojas… Había de todas las clases: Rosas, margaritas, violetas, amapolas, etc. Y parecía que cada día había una flor nueva. Una flor que nunca había visto.
Nunca las arrancaba porque sabía que ellas lo pasaban mal. Así que se ponía a hablarles.

-Sois preciosas. Con todos esos colores… ¿De dónde los habéis sacado? Una vez, Marta me contó que una mariposa fue volando en busca de vuestro secreto porque ella quería tener tantos colores como vosotras. Y al final resultó que lo conseguíais del arco iris. ¿Es cierto? Seguro que sí, porque si no, ¿de dónde van a salir estas maravillas?

Las flores escuchaban atentamente aunque nunca decían nada. Pero susurraban entre ellas en su lenguaje. Todas estaban encantadas con la niña. La verdad, es que las flores son algo vanidosas… A todas les encanta que le recuerden a cada instante lo bonitas que son. Y eso era lo que Ángela hacía cada día. Maravillarse ante la presencia de sus flores de colores. Le gustaban todas. Pero en especial las de color rojo. Este color lo relacionaba con el amor. Y ella estaba enamorada, pese a su corta edad. Bueno, tal vez algún día Ángela Se decida a contarnos su historia de amor. Por el momento, sigue con sus flores.
Un día, mientras Ángela dibujaba en su bloc oyó como alguien pronunciaba en un susurro su nombre.

-Ángela… Ángela…

No contestó. Creyó que era cosa de su imaginación. Pero volvieron a llamarla.

-Ángela… ¿No nos escuchas?
-¿Quién me llama? –Contestó Ángela bastante extrañada.
-Somos aquellas que aparecemos en todos tus dibujos. Somos aquellas a las que visitas todas las tardes. Somos aquellas que visten el prado de color.
-¿Las flores? Pero… ¡Si vosotras no podéis hablar!
-Sí que hablamos, pero en nuestro lenguaje. Las personas sólo nos pueden escuchar cuando nosotras queremos que lo hagan. Y además, tienen que querernos. Si no, no podrían oírnos nunca.
-Yo os quiero… ¿Y por qué queréis que os escuche? ¿Hay algo que me queráis decir?
-Queremos darte las gracias por todas esas palabras que nos dedicas cada día. Sabemos que lo haces desde el corazón. También queríamos decirte lo mucho que nos gustan tus dibujos. ¡Pintas muy bien! Y por último, en forma de recompensa ante tu maravillosa actitud, queremos compartir contigo nuestro secreto.
-¿Qué secreto?
-Cierra los ojos…

5 comentarios

tomas -

enkontre esto de repente.. y pues...

por que nos has dejao asi en suspenso 8

NOnameGIRL -

Jolines, que imágenes más bonitas, ¿de dónde las sacas? :)

4D4 -

Jodia, menos mal ke ia has posteao la otra parte ke sino me da un xungui... -.-

Marta -

Jo, Dina, pero que cosas más chulas!! Eso de dejar la historia justo en la intriga... Que le dirán las flores? Mmmm, interesante, interesante :)

Edu -

Jodia, lo has dejao en lo mas interesante :-p jajajaja. Un beso cari, te kierooo mi princesita de las flores!!! :D